CHILE. ¿El liberalismo beneficia a todos?
Por CríticaPolítica
Chile, al igual que muchos otros países latinoamericanos, estuvo siguiendo un plan económico desarrollista durante los 60, que consistía en que el estado interviniese en la economía de manera más o menos intensa para, aunque respetando la propiedad privada de los medios de producción, guiar la economía hacia fines relativamente sociales, es decir, intentando que el crecimiento económico beneficiase a toda la sociedad.
Este proceso tuvo una aceptación muy amplia por los sectores populares, y en 1970 llegó al poder el comunista Salvador Allende. Los grandes poderes económicos chilenos, así como la CIA, no quisieron que Chile virase más hacia la izquierda. Los llamados Chicago Boys (cachorros del economista liberal Milton Friedman, profesor de la Universidad de Chicago, y fundador de la llamada Escuela de Chicago), tenían un programa liberal para Chile. Nadie en ese país, aparte de las élites económicas, lo quería. La CIA también deseaba que esas medidas (más tarde recopiladas en un documento llamado El Ladrillo), consistentes en la reducción drástica del gasto público, las privatizaciones masivas y la liberalización de los precios (incluyendo los de los productos básicos). Por ello, tanto las élites como la CIA apoyaron el golpe de estado del general Pinochet, el cual aplicó sin contemplaciones el liberalismo de los Chicago Boys, reprimiendo todas las protestas populares con la violencia policial, la cárcel, las torturas y la muerte.
Pinochet gobernó desde 1973 hasta 1990. Privatizó gran parte de las empresas públicas, causando decenas de miles de despidos; liberalizó los precios, de modo que aumentaron y muchas personas tuvieron dificultades a la hora de adquirir alimentos, combustible, billetes de transporte público, etc; privatizó las pensiones, disminuyendo la capacidad adquisitiva de los futuros pensionistas con menor capacidad ahorrativa; y tantas otras medidas que enriquecieron mucho a pocos, pero empobrecieron mucho a muchos. De hecho, Chile entró en una crisis económica marcada por una fuerte inflación.
Comparemos esta primera etapa liberal de Chile, de cuyas medidas económicas Hayek se mostró admirador - recomendó a Margaret Thatcher las medidas chilenas para Reino Unido (Klein, La doctrina del choque, capítulo 6)- con el crecimiento de América Latina en conjunto y, también, con un país que seguía la dirección opuesta a Chile: la Cuba de Fidel Castro:
Después de su la dictadura de Pinochet, los siguientes gobiernos chilenos han continuado aplicando la doctrina de Friedman, ya sin el siniestro dictador y bajo un sistema democrático. ¿Qué ha implicado el liberalismo para Chile? Veámoslo.
De entrada, Chile es el primer país latinoamericano en cuanto a PIB per cápita, y el único (por ahora) que ha logrado ser miembro de la OECD:
Sin embargo, este PIB per cápita es totalmente ficticio, puesto que Chile es el país más desigual de toda la OECD y uno de los más desiguales del mundo entero, con un coeficiente de Gini cercano al 0,47. Por ello, no es de extrañar que Chile tenga una distribución de calorías per cápita que, pese a su enorme riqueza, está en la media de América del Sur, y que palidece ante ese mismo indicador con la economía socialista de Latinoamérica, Cuba.
Pero veamos más. Según Branko Milanovic, muchos pensionistas chilenos se encuentran en una situación de vulnerabilidad económica debido al sistema de pensiones privado que el Chile democrático heredó de Pinochet.
"Nowadays, most Chilean pensioners receive $200-$300 per month in a country whose price level (according to International Comparison Project, a worldwide UN- and World Bank-led project that compares price levels around the world) is about 80 percent of the United States’."
Otros sectores sociales también sienten la dureza de este sistema liberal, que enriquece a unos y empobrece a otros. Siguiendo a Milanovic:
"Such extraordinary inequality of wealth and income, combined with the full marketization of many social services (water, electricity, etc.), and pensions that depend on the vagaries of the stock market, have long been “hidden” from foreign observers by Chile’s success in raising its GDP per capita. But the recent protests show that growing the GDP is not enough. Growth is indispensable from economic success and reduction in poverty. But if there is no social justice and minimum of social cohesion, the effects of growth will dissolve in grief, demonstrations, and yes, in the shooting of people."
Este análisis coincide con el que hacen los medios de comunicación acerca de las fuertes protestas sociales que se manifestaron en Chile desde finales de 2019. Por ejemplo, la BBC recogía las demandas de los manifestantes, que se quejaban del alto coste de vida de su país en relación con los salarios medios que se cobran.
"Como los salarios de la mayor parte de la población no son suficientes para cubrir los gastos habituales (que además incluyen salud, educación y otros), el 60% de los hogares gasta más de lo que recibe como ingresos, lo cual explica por qué hay tantas familias endeudadas."
En efecto, Chile es un país con una enorme riqueza, pero concentrada en unas pocas manos. Gran parte de la población puede llegar a fin de mes, però con enormes dificultades (o endeudándose hasta las cejas). Otro porcentaje importante, el 16% según la OECD, se encuentra en situación de pobreza. La pobreza adquiere cotas alarmantes en la capital, incluso con población viviendo en campamentos. Pero la pobreza y la falta de oportunidades se dan en todo el país. Según el Council of Hemispheric Affairs, el 75% del crecimiento ha beneficiado al 8,4% de la población, y sólo el 10% ha ido a los pobres. La pobreza extrema, según los baremos del Banco Mundial, aunque minoritaria, está creciendo en Chile.
Según este informe, aunque se ha reducido la pobreza general en Chile, las mejores reales dejan al margen a millones de personas trabajadoras y pensionistas, que aunque no vivan en la pobreza, desde luego no han visto incrementado su nivel de vida a la par que el crecimiento del PIB per cápita de Chile.
"The returns in the labour market are particularly flat when we compare different levels of education and have declined over time for the majority of workers with completed middle school or less and basic education. The number of good jobs created has changed little over two decades—despite record growth rates and declines in poverty during this period. The countervailing forces and institutions that typically mitigate inequality and ensure a more equal distribution of wages and profits are particularly weak in Chile. Union density has fallen from earlier peaks in the 1970s and has also fallen consistently over the period under study. The role of the minimum wage is increasingly important in determining the wages of workers at the lower end of the income distribution and there is evidence of a significant lighthouse effect with a concentration of workers clustering around the minimum wage. Although there has been an effort to expand pension coverage and to promote formal employment, a substantial number of workers do not contribute to a pension or hold a contract. Moreover, the replacement rates are low for those who do receive a pension. The lack of pension contributions in combination with earnings data reveal that although job quality has improved somewhat over the period under study, only 22 percent of workers hold what could be referred to as a high quality job."
La desigualdad en Chile no sólo afecta al nivel de ingresos, sino que es también un indicador crítico de acceso a la sanidad. Este paper concluyó lo siguiente:
"Better health status was identified for Chilean adults whenever their mothers had a higher education level, their household income was higher, they were men, or lived in urban areas. The region of residence also affects opportunities to achieve good health in Chile."
Nada raro, teniendo en cuenta que la pobreza en Chile, según este resumen del Borgen Project, afecta al acceso a estudios, a sanidad, a agua potable y otros bienes básicos.
"The Chilean economy is reliant on copper prices. Chile’s GDP rises when prices go up, but this alone does not create jobs that lead to prosperity. The truth about poverty in Chile shows that the GDP growth does not always benefit the majority of people."
Con todo, es innegable que en Chile ha crecido una clase media desde 1990 hasta hoy. Sin embargo, es una clase media frágil, puesto que esas familias han mantenido su nivel de vida a costa de endeudarse para costear la educación, la sanidad, etc. Muchas de estas familias tienen deudas asfixiantes, y cualquier revés en sus ingresos es crítico.
El enorme endeudamiento de individuos y familias se da sobre todo en jóvenes, y sus efectos no son sólo económicos, sino también psicológicos, según este paper:
"Pagar créditos abusivos por educación, por emergencias de salud o por elevadas exigencias económicas en los contratos de arriendo, es minimizado cuando se confrontan con su realidad de jóvenes deudores. La deuda tiende a oscurecer las imágenes que tradicionalmente asociamos a la idea de desigualdad. La hace “invisible” a los ojos, transformándola en una gramática de fracasos, culpas y responsabilidades individuales ausentes de estructura social.
Todas las parejas jóvenes participantes de este estudio son profesionales, ocupan trabajos cuya remuneración supera la mediana nacional y, sin embargo, cargan con deudas que, de alguna forma u otra, les recuerdan que son profesionales que, por mucho que se esfuercen, no están donde “debieran” estar. En este sentido, creemos que sería interesante analizar con mayor profundidad los cruces entre desigualdad y endeudamiento problemático, sobre todo en una sociedad profundamente desigual y altamente financiarizada como la chilena."
La actual crisis del coronavirus podría mandar a gran parte de esta clase media a la pobreza. Diversos medios de comunicación exponen casos de chilenos de clase media, con buen nivel de vida, que al perder el trabajo queman sus ahorros en pocos meses y pasan a vivir de forma precaria, puesto que no pueden hacer frente a los gastos de vivienda, suministro energético, sanidad, etc y, además, tienen una fuerte deuda a sus espaldas.
¿Cómo se ha llegado a todo esto? Por qué en Chile hay tantísima desigualdad en medio de su elevado PIB per cápita? Por qué su sistema económico no beneficia a la mayoría de la población, ni siquiera a las clases medias? (que la mayoría de familias deban endeudarse fortísimamente deja claro que ese sistema económico no les beneficia). Podemos encontrar una respuesta en su propia estructura económica: las élites económicas dominan el país, tanto a nivel económico como político. Supuestamente, en un marco de libre mercado y poca intervención estatal, como es el caso de Chile, hay poca corrupción, no se forman monopolios (o hay poca tendencia a formarlos) y, gracias al mercado, la riqueza se reparte de manera relativamente equitativa. Sin embargo,
"el 1% más rico de la población en Chile controla cerca del 32% del ingreso nacional. En EE.UU dicho porcentaje es de 22%, en el Reino Unido es de 15%, en Argentina 17%, en Francia 8% y en Suecia es 6%. A nivel de mercados los índices de concentración existentes muestran que dos tercios de las colocaciones bancarias las controlan tres grandes bancos, sólo seis AFP manejan los ahorros pensiones de más de 8 millones de chilenos (a mediados de la década de 1990 habían 22 AFPs), solo hay tras cadenas grandes de farmacias, etc."
Cuando Pinochet aplicó las ideas liberales de Milton Friedman, privatizó gran parte de las empresas públicas y los servicios básicos: sanidad, educación, agua, etc. En 1990, el pueblo chileno recuperó la democracia, pero los recursos básicos y las empresas otrora públicas, siguieron en manos privadas. Debido a esto, el pueblo chileno se ve forzado a acceder a todos esos servicios y recursos en el mercado privado, monopolizado por las grandes empresas gracias a su enorme poder económico e influencia política, y ya hemos expuesto qué ha implicado ello (el endeudamiento asfixiante tanto de los pobres como de la clase media).
En conclusión, pese a que no se puede negar que el liberalismo ha aportado una enorme riqueza a Chile, es igualmente indiscutible que toda esa riqueza está muy mal repartida (por lo tanto, su PIB per cápita es totalmente ficticio). Además, paralelamente a ello, aunque la mayoría de chilenos no vive en la pobreza, sino que conforman una clase media, su aceptable nivel de vida esconde una dramática realidad: para poder costearse la sanidad, la educación, el transporte, las pensiones, el agua y otros productos y servicios básicos, se ha producido un asfixiante endeudamiento personal o familiar, que es la espada de Damocles de la clase media chilena. Esta situación es consecuencia de que, desde los tiempos de Pinochet, empresas privadas se quedasen con todos los recursos naturales y productivos de Chile (en definitiva, acapararon el poder económico del país), y crease un monopolio ante la inactividad del estado liberal chileno. Por lo tanto, el liberalismo chileno no ha beneficiado, ni mucho menos, a la mayoría de la sociedad chilena.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada