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La criminal política migratoria de la Unión Europea

LA CRIMINAL POLÍTICA MIGRATORIA DE LA EUROPA CAPITALISTA
Por CríticaPolítica
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La política migratoria de la Unión Europea es una de las mayores vergüenzas con la que esta entidad política cargará sobre sus espaldas. No sólo porque es una política cínica, irresponsable y que condena a la muerte o a la absoluta precariedad (cuando no a sufrir violencia de todo tipo -incluída la sexual-), sino porque la mayoría de personas migrantes y refugiadas huyen de las guerras y la pobreza causadas o alimentadas por el capitalismo mundial, del que Europa es uno de sus principales agentes.

Por ejemplo, Etiopía. Millones de etíopes huyen de su país para no morir de hambre. ¿Por qué, si Etiopía es uno de los países africanos que más está creciendo? Porque este crecimiento, financiado por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha implicado enormes privatizaciones de recursos hídricos y agrícolas (tierras), así como de servicios públicos (suministro de electricidad y agua, etc) mediante las cuales los países capitalistas sacan un enorme beneficio a costa de la expulsión de los campesinos de sus tierras y el expolio alimentario.
 
Según explica Peter Koeing, estas ayudas van acompañadas de “condiciones de austeridad, desde reducir el empleo público, hasta la privatización del agua, la electricidad y otros servicios públicos, así como concesiones agrícolas de tipo "acaparamiento de tierras" a empresas agrícolas extranjeras”. Cabe señalar que la privatización de tierras africanas por parte de empresas capitalistas es un negocio habitual. Así, desde principios del siglo XXI, gran parte de la producción de alimentos africana no se destina a alimentar a las personas africanas (que han producido esos alimentos), sino que se exporta a Europa y EEUU para otros fines (producción de combustible y piensos ganaderos para producir carne y lácteos).
Si el hambre en Etiopía ha descendido no ha sido precisamente por el éxito de las políticas neoliberales, sino porque millones de hambrientos/as han emigrado del país y porque muchas ONGs destinan enormes cantidades de dinero y esfuerzo para paliar el drama del hambre en Etiopía, que en 2019 está empeorando.

Otro ejemplo: la República Democrática del Congo (RDC) y la Guerra del Coltán. Todo el sector de la telefonía móvil se aprovecha del enquistado conflicto en la RDC, con el resultado de que las empresas capitalistas occidentales financian a grupos armados que desde hace más de dos décadas controlan las minas de coltán de las provincias orientales de la RDC, explotando brutalmente a la ciudadanía en las minas (incluyendo niños) y usando la violación masiva como arma de guerra.
Supuestamente, las empresas deben vigilar de dónde proviene el coltán que compran, pero según estudió Amnistía Internacional, casi ninguna se preocupa realmente de ello, ni se ha aplicado jamás sanción alguna por esta cuestión. Que el coltán proviene mayoritariamente de minas ilegales controladas por guerrilleros es evidente porque muchas de estas guerrillas son ruandesas (se supone que están ahí para defender a los hutus que huyeron de Ruanda tras la toma del poder del Frente Patriótico Ruandés de Paul Kagame), y el principal exportador de coltán es, justamente, Ruanda, pese a que no posee ninguna mina de coltán. Un estudio de la Universidad de León documenta todos estos hechos, incluída la relación de las multinacionales capitalistas con el drama de la RDC.
El documental Crisis en el Congo: destapando la verdad también muestra cómo el capitalismo occidental promueve el conflicto en la RDC para su propio beneficio. Un conflicto de menores dimensiones, pero de las mismas características (incluyendo los intereses capitalistas) lo encontramos en la República Centroafricana.

Saliendo de África, tenemos el dramático caso de Irak: cómo el país se encuentra sumido en el caos y la pobreza desde la intervención estadounidense (con España como uno de sus principales aliados), cuya causa (las supuestas armas de destrucción masiva en poder de Sadam Husein) fue una mentira. Tras la guerra, se pudo ver cuál fue la causa real de la intervención occidental liderada por EEUU: el petróleo. Antes de la guerra, el estado iraquiano tenía nacionalizado todo su sector petrolero. Tras la guerra, éste fue privatizado en un 75%. Actualmente, el crudo iraquí está explotado por 4 empresas estatales extranjeras y por 8 privadas extranjeras (3 de las cuales son estadounidenses, siendo el país más beneficiado).
No es difícil ver que los intereses capitalistas, hoy ampliamente satisfechos en Irak, estaban detrás de la intervención militar.

Vemos, pues, que los intereses capitalistas de Europa y EEUU están detrás de gran parte de los dramas de quienes huyen de sus países e intentan llegar a Europa para sobrevivir. ¿Qué tiene Europa para todas esas personas? Una política migratoria infame, plasmada en sys acuerdos con Turquía y Libia.

Acuerdo UE-Turquía. Este acuerdo se firmó el 18 de marzo de 2016, con un texto lleno de cinismo e hipocresía. La aplicación de este infame acuerdo implicaba el cierre de fronteras europeas para aquellas personas que huyen de los desastres causados, promovidos o alimentados por la propia Europa (y EEUU). ¿Qué ganaba Europa? Quitarse de encima los refugiados. ¿Qué ganaba Turquía? 3.000 millones de euros y reiniciar las negociaciones para su adhesión a la UE. ¿Qué ganaban los refugiados? Durante años, no poder entrar a los países que los rechazan (pero siguen quedándose con su petróleo, su coltán, su tungsteno, sus alimentos, su oro, sus diamantes, etc) y el internamiento en campos de concentración (se los llama eufemísticamente “campos de refugiados”) en las islas griegas.
El más tristemente famoso es el Campo de Moria, donde viven hacinadas el triple de personas de las que el campo puede albergar. Apenas hay inodoros y duchas (sin agua caliente), la comida escasea, las enfermedades proliferan. Hay violencia, trastornos mentales. Suciedad. Muchos niños y niñas intentan suicidarse, impelidos por la desesperación.
Algunas personas llevan ahí años, esperando que la UE decida y tramite su destino, siendo lo más probable que sean deportados a Turquía (donde serán internados en otros centros similares y, finalmente, serán abandonados a su suerte fuera de las fronteras turcas. 

Éste es el dramático destino que la Europa capitalista reserva a aquellas personas que huyen de los desastres causados, promovidos o alimentados por las políticas de sus estados miembro y EEUU: rechazo, campos de concentración, enfermedades, miseria y desesperación.





Acuerdo UE-Libia. Este pacto se firmó en 2017 con el objetivo de cerrar la ruta migratoria del Mediterráneo central (de Libia a Italia), y es muy parecido al acuerdo del año anterior con Turquía: a cambio de grandes cantidades de dinero, Libia se compromete a cortar el flujo de migrantes en sus costas. Para ello, algunos países europeos (incluyendo España) forman a la Guardia Costera libia, que es la encargada de interceptar y obligar a regresar ñas embarcaciones de refugiados. Pero en Libia les espera un horror aún peor que en Moria: los refugiados y refugiadas son detenidos arbitrariamente, encarcelados en centros de detención, sufriendo condiciones inhumanas de insalubridad, hambre, sed, enfermedades y violencia (incluyendo torturas y secuestros).
Libia, que es un estado fallido desde la guerra contra Gadafi, no controla a su corrupta Guardia Costera, que trafica con las personas detenidas: torturan a los hombres y violan a las mujeres para que, llevados por la desesperación, accedan a conseguir dinero para comprar su “rescate”. 


La UE sabe eso, puesto que (además de haber sido destapado por algunos medios, como The Guardian), todos los líderes europeos recibieron una carta de MSF denunciando la situación, como también lo denunció Amnistía Internacional, en base a un estudio de la situación. También hay un estudio del Women's Refugee Comission.



En definitiva, la política migratoria de la UE es un crimen contra aquellas personas que huyen de los crímenes perpetrados por los agentes capitalistas, la mayoría de ellos cobijados por la legislación europea.

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